ZAPATERO, INFAME SUPERLATIVO
Peces-Barba ha demostrado sobradamente ser un personaje infame, por su decisivo papel en la división y humillación de las víctimas del terrorismo nacionalista vasco. Pues bien, hasta el infame comisario político para las víctimas ha criticado a Zapatero, aduciendo, en contra de lo manifestado por ZP, que las leyes se deben cumplir en un Estado de derecho.
Porque lo que no sucede en ningún país democrático ha sucedido en España: el presidente del gobierno es un insumiso, un antisistema, pues nada menos propone que no se cumpla la ley de partidos políticos. Y todo, probablemente, porque ha negociado ya con ETA que permitiría la celebración del congreso de su aparato político, el partido ilegal Batasuna-ETA según sentencia en firme del Tribunal Supremo.
La infamia de Zapatero es pues infamia sobre infamia, infamia superlativa. Remedando a Quevedo podríamos decir:
Érase un hombre a una infamia pegado,
érase una infamia superlativa,
érase una infamia sayón y esquiva,
érase un Peces-Barba sobrepasado...
Zapatero desconoce los fundamentos de la democracia, es un anarquista, un revolucionario antisistema, un cínico mendaz, un felón a la altura del mayor felón de la historia de España, el dinamitador de la España constitucional de 1812, el maldito rey Fernando VII. Zapatero es un infame superlativo. Zapatero ignora lo que ya hace un cuarto de siglo nos enseñaron los ilustrados, desde Montesquieu a Diderot, desde DAlambert a Voltaire.
Por cierto que este último nos iluminaba el camino a seguir frente a la reacción, el oscurantismo, el fanatismo y la tiranía. Voltaire lo decía claro: Aplastemos al infame.
1 comentario
Loyola Careaga -
En ninguna democracia medio normal podría ocurrir que un gobierno se cepillara la constitución por la puerta de atrás, porque los mecanisoms de control -Tribunal Constitucional, por ejemplo- se lo impedirián. Pero aquí parece que todo el mundo da por supuesto que ZP puede conseguir sus propósitos.
Lo hará, o no lo hará. Pero mientras tengamos una democracia tan defectuosa, y un sistema parlamentario que supervalora los votos separatistas, todo es cuestión de paciencia. Si no es este Zapatero, será el siguiente. Y mientras tanto, se va andando el camino.