Crece el nacionalismo étnico alemán
Las elecciones regionales del fin de semana pasado en los Estados federados de Sajonia y Brandenburgo han hecho saltar las alarmas a los pocos intelectuales y poquísimos políticos europeos que se preocupan por la deriva hacia el abismo de la vieja/joven Europa. Caen estrepitosamente los partidos democráticos de derechas y de izquierdas CDU y SPD- y suben la extrema derecha -los neonazis del NPD y del DVU- y la extrema izquierda los poscomunistas del PDS-.
La Bestia del nacionalismo étnico alemán, la que produjo Auschwitz y nunca fue derrotada definitivamente, comenzó a resurgir con fuerza con la caída del imperio soviético a partir de 1989. Fue esta fuerza telúrica potentísima la que empujó hacia el fanatismo nacionalista en el Báltico y en los Balcanes, en Centroeuropa y en el Mediterráneo. Y que el partido neonazi NPD haya obtenido el nueve por ciento de los votos en Sajonia, al mismo nivel que los socialdemócratas, debería hacernos reflexionar.
Como lo hace Hermann Tertsch en un magnífico artículo, uno de los pocos intelectuales españoles que nos ilumina con sus advertencias sobre el pensamiento débil, canasta donde caben los beatíficos pacifismos y multiculturalismos al uso, que predomina en partidos y medios de comunicación europeos, dando alas a esa pinza que pretende destruir la Europa democrática, científica y laica fruto de la Ilustración, la pinza que forman el nacionalismo étnico desde dentro y el fundamentalismo islámico desde fuera.
La contemporización con el islamismo, como la que respecto al nazismo encabezada por Chamberlain y Daladier envileció a la Europa democrática en los años treinta, es suicida; pero además retroalimenta la reacción nacionalista y xenófoba de muchas gentes que sienten pánico ante la invasión islamista por las buenas la inmigración- y por las malas la barbarie terrorista-.
La Bestia del nacionalismo étnico alemán, la que produjo Auschwitz y nunca fue derrotada definitivamente, comenzó a resurgir con fuerza con la caída del imperio soviético a partir de 1989. Fue esta fuerza telúrica potentísima la que empujó hacia el fanatismo nacionalista en el Báltico y en los Balcanes, en Centroeuropa y en el Mediterráneo. Y que el partido neonazi NPD haya obtenido el nueve por ciento de los votos en Sajonia, al mismo nivel que los socialdemócratas, debería hacernos reflexionar.
Como lo hace Hermann Tertsch en un magnífico artículo, uno de los pocos intelectuales españoles que nos ilumina con sus advertencias sobre el pensamiento débil, canasta donde caben los beatíficos pacifismos y multiculturalismos al uso, que predomina en partidos y medios de comunicación europeos, dando alas a esa pinza que pretende destruir la Europa democrática, científica y laica fruto de la Ilustración, la pinza que forman el nacionalismo étnico desde dentro y el fundamentalismo islámico desde fuera.
La contemporización con el islamismo, como la que respecto al nazismo encabezada por Chamberlain y Daladier envileció a la Europa democrática en los años treinta, es suicida; pero además retroalimenta la reacción nacionalista y xenófoba de muchas gentes que sienten pánico ante la invasión islamista por las buenas la inmigración- y por las malas la barbarie terrorista-.
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