La peligrosísima centrifugación
Resulta nostálgico añorar los viejos tiempos, sobre todo cuando unos buenos años de gobierno socialdemócrata en España se vieron coronados con un final poco edificante, envuelta la despedida de Felipe González en ominosos escándalos de corrupción y de asesinatos de Estado.
Pero a pesar de sus sombras, y del sectarismo que destila el personaje, es imposible no sentir nostalgia por la vieja socialdemocracia, esa ideología que no es ni mejor como suponen los izquierdistas intolerantes que abogan por una pretendida superioridad moral de la izquierda- ni peor que la conservadora como proclaman los derechistas intolerantes-. Simplemente es un gobierno que aboga por acortar las diferencias económicas entre las gentes para propiciar la igualdad de derechos, y que si en tiempos de crisis económica puede tener sus peligros, históricamente ha sido decisivo para construir el Estado de bienestar español, y el europeo en general.
He aquí al viejo González aleccionando en Chile al joven Zapatero: Los procesos de descentralización del poder son buenísimos, los de centrifugación del poder son peligrosísimos. Doy fe porque nos pasa. Es algo que no suma ni siquiera cero, hace que todos pierdan, el centro y los descentralizados.
¡Cómo no sentir nostalgia por la socialdemocracia, una ideología que con sus defectos y sus virtudes defiende la igualdad real de derechos de todos los ciudadanos, justo lo contrario de ese anarco-cantonalismo de Zapatero, que engatusa a los incautos con demagogias seudoizquierdistas de la posmodernidad como el pacifismo, el cantonalismo, el multiculturalismo y el ecologismo, pero que detrás del talante esconde la llamada de la selva y el grito tribal más reaccionario que imaginarse pueda!
Pero a pesar de sus sombras, y del sectarismo que destila el personaje, es imposible no sentir nostalgia por la vieja socialdemocracia, esa ideología que no es ni mejor como suponen los izquierdistas intolerantes que abogan por una pretendida superioridad moral de la izquierda- ni peor que la conservadora como proclaman los derechistas intolerantes-. Simplemente es un gobierno que aboga por acortar las diferencias económicas entre las gentes para propiciar la igualdad de derechos, y que si en tiempos de crisis económica puede tener sus peligros, históricamente ha sido decisivo para construir el Estado de bienestar español, y el europeo en general.
He aquí al viejo González aleccionando en Chile al joven Zapatero: Los procesos de descentralización del poder son buenísimos, los de centrifugación del poder son peligrosísimos. Doy fe porque nos pasa. Es algo que no suma ni siquiera cero, hace que todos pierdan, el centro y los descentralizados.
¡Cómo no sentir nostalgia por la socialdemocracia, una ideología que con sus defectos y sus virtudes defiende la igualdad real de derechos de todos los ciudadanos, justo lo contrario de ese anarco-cantonalismo de Zapatero, que engatusa a los incautos con demagogias seudoizquierdistas de la posmodernidad como el pacifismo, el cantonalismo, el multiculturalismo y el ecologismo, pero que detrás del talante esconde la llamada de la selva y el grito tribal más reaccionario que imaginarse pueda!
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