A Navarra le quedan dos telediarios
La suerte de Navarra está echada, para su desgracia; le quedan de autonomía dos telediarios. El Amo de España, el oligarca monopolista que necesita un Estado débil para imponer su ley total, ha decidido dinamitar el Estado de derecho español para implantar una especie de Confederación Ibérica de Comunidades Nacionales unidas tan sólo por la Corona del Borbón.
Pero la independencia de facto -que no de iure para evitar la expulsión de la Unión Europea- de comunidades como Cataluña o País Vasco necesita de una masa crítica, tanto humana como económica. Por eso, diversos peones del Amo, como Rubio Llorente o Untal Blázquez, han comenzado a hablar de comunidades nacionales de tipo cultural o religioso que van más allá de las comunidades autónomas constitucionales.
El presidente del Consejo de Estado habla de una Euskal Herria que incluiría al País Vasco, Navarra y las comarcas francesas. El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal española se ha mostrado partidario de una provincia eclesiástica de Euskal Herria, donde el arzobispado de Navarra se sometería a los arzobispos y obispos vascos.
El círculo se cierra. El destino de Navarra es perder su autonomía foral e integrarse en la comunidad nacional vasca. La misma dilución les espera a Valencia o Baleares. Hay que destruir el Estado constitucional, y para ello es necesario crear comunidades nacionales fuertes como Euskal Herria o Països Catalans. Es el anschluss o anexión de poblaciones que por razones históricas hablan una misma lengua, aunque sea parcialmente. Porque las volksgemeinschaft o comunidades nacionales necesitan un lebensraum o espacio vital. Todo está escrito en la doctrina nazi. Por algo Jesús Polanco fue un oligarca franquista y su vicario, Juan Luis Cebrián, un ideólogo falangista.
Pero la independencia de facto -que no de iure para evitar la expulsión de la Unión Europea- de comunidades como Cataluña o País Vasco necesita de una masa crítica, tanto humana como económica. Por eso, diversos peones del Amo, como Rubio Llorente o Untal Blázquez, han comenzado a hablar de comunidades nacionales de tipo cultural o religioso que van más allá de las comunidades autónomas constitucionales.
El presidente del Consejo de Estado habla de una Euskal Herria que incluiría al País Vasco, Navarra y las comarcas francesas. El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal española se ha mostrado partidario de una provincia eclesiástica de Euskal Herria, donde el arzobispado de Navarra se sometería a los arzobispos y obispos vascos.
El círculo se cierra. El destino de Navarra es perder su autonomía foral e integrarse en la comunidad nacional vasca. La misma dilución les espera a Valencia o Baleares. Hay que destruir el Estado constitucional, y para ello es necesario crear comunidades nacionales fuertes como Euskal Herria o Països Catalans. Es el anschluss o anexión de poblaciones que por razones históricas hablan una misma lengua, aunque sea parcialmente. Porque las volksgemeinschaft o comunidades nacionales necesitan un lebensraum o espacio vital. Todo está escrito en la doctrina nazi. Por algo Jesús Polanco fue un oligarca franquista y su vicario, Juan Luis Cebrián, un ideólogo falangista.
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