A POR LOS JUECES
El grupo mediático PRISA ha marcado el objetivo al gobierno para los próximos meses. Ayer el clérigo laico de esa religión política que es la izquierda anarco-cantonalista y sectaria, el ayatolá Gabilondo desde su púlpito televisivo de la Cuatro arremetía contra el juez Grande-Marlaska. Acusación: no ser un juez flexible, un juez sensible al proceso de paz (sic) que ha iniciado el charlatán de la Moncloa. Dicho en otras palabras, por no ser un juez prevaricador, que adapte las sentencias a las necesidades política del gobierno de turno.
Hoy, con más finura pero también con más inteligencia, el diario El País en lo que parece un editorial ponderado, deja caer subrepticiamente el mismo mensaje: los jueces como Grande-Marlaska deberían no extremar el celo en la lucha contra el terrorismo, porque el proceso de paz (sic) está pasando por momentos muy delicados.
PRISA y su gobierno títere zapateril están intentando liquidar a los elementos que se oponen a su proceso de rendición del Estado de derecho ante la organización nacionalista terrorista ETA. El Partido Popular, único partido nacional que se opone a la negociación política con ETA a la espera de que algún día la izquierda nacional se recomponga en otro partido diferente al PSOE, sea o no Ciudadanos de España tras la estela del partido catalán de Boadella, Espada y Carreras, el PP decíamos ha sido sentenciado al apartheid político desde el pacto del Tinell.
El rasputín Rubalcaba intentó la voladura controlada de la AVT otra barricada en la defensa de la Libertad- con un candidato sacado de la chistera del zapatero de Hamelin para derrotar al indomable Alcaraz, pero le salió el tiro por la culata. No era posible derrotar la defensa de la Dignidad, la Justicia y la Memoria precisamente en el colectivo que ha derramado su sangre en la defensa del Estado de derecho ante el terrorismo.
Pero hay un objetivo estratégicamente mucho más importante para los que dirigen el proceso de rendición a ETA: la Justicia. Con un gobierno, un parlamento y unos medios de comunicación que en su mayoría apoyan la balcanización de España como medio para firmar el armisticio (sic) con ETA, sólo el Poder Judicial mantiene a trancas y barrancas su independencia. Es cierto que con el mamporrero Conde-Pumpido ZP está consiguiendo victorias parciales a favor de ETA (defenestración de Fungairiño, fiscales que actúan no como defensores de los ciudadanos sino como abogados de Batasuna, etc). Pero hay jueces de la Audiencia Nacional como Grande-Marlaska que actúan haciendo cumplir la ley de partidos y las leyes contra el terrorismo y sus colaboradores. Y el Tribunal Supremo mantiene una exigua mayoría de magistrados, encabezados por su presidente Hernando, que están dispuestos a aplicar el imperio de la ley.
Por eso el otro día el portavoz político de ETA puso sobre la mesa lo que erróneamente se ha interpretado como una amenaza a Zapatero, cuando anunció solemnemente -¿por qué todos los miserables son tan solemnes cuando hablan ante la TV?- que las actuaciones judiciales para encarcelar a los batasunos acusados de delitos relacionados con el terrorismo supondría el fracaso del proceso de paz (sic). Esto no era una amenaza a Zapatero, porque el objetivo y el camino de esta negociación política Gobierno-ETA está acordado y pactado hace tiempo, ahora se trata de escenificarlo como si España fuera el patio de Monipodio. Las palabras de Otegi simplemente marcaban el próximo objetivo a eliminar por el gobierno, la independencia del Poder Judicial.
Ya verán ustedes cómo de una forma u otra el juez Grande-Marlaska desaparecerá pronto de escena si no se pliega a los consejos mediáticos de PRISA. Y sobre todo, ya verán ustedes cómo en el próximo Otoño se librará una batalla sin cuartel para suceder a Hernando por un presidente del Supremo y del CGPJ que sea sensible a la situación política. Sólo entonces, con el Poder Judicial domeñado, con los cuatro poderes del Estado sumisos, la negociación ZP-ETA comenzará a dar sus frutos: legalización de Batasuna, acercamiento de presos, presentación del aparato político de ETA a las elecciones municipales y forales -¡Navarra!-, excarcelación de algunos presos sin delitos de sangre, proceso de elaboración de una constitución para Vasconia bajo el disfraz de nuevo estatuto, elecciones generales que ZP gana holgadamente, y entonces ya fuera caretas: declaración de la soberanía de la nación vasca (sic) que incluye a Navarra y amnistía a todos los asesinos etarras bajo el disfraz de indultos individuales.
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