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LA VASCONIA DE LAS LUCES

OTEGI Y EL TRIBUNAL SUPREMO NECESARIO

OTEGI Y EL TRIBUNAL SUPREMO NECESARIO La condena del Tribunal Supremo de Justicia al portavoz político de ETA, Arnaldo Otegi, esta semana por injurias al jefe del Estado, rectificando y anulando la resolución previa del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco que le había absuelto, es la prueba del nueve de la perversión del llamado “Plan Zapatero”.

Este Plan pasa por la deconstrucción de la España autonómica –en la práctica, federal- para conceder la independencia de facto a Cataluña, País Vasco y Galicia, en todos los ámbitos, desde el político al cultural pasando por el judicial, conformando una suerte de confederación ibérica de naciones (sic).

Un pilar de esa independencia factual es dotar a los Tribunales Superiores de Justicia de las comunidades autónomas con el último poder de casación, dejando al Tribunal Supremo español como mero órgano de unificación de doctrina, un papel prácticamente académico. Esta trampa saducea está presente en el Estatut impulsado por Zapatero, y lo estará en el futuro estatuto Ibarretxe-López que se fraguará en breve.

La absolución del portavoz de ETA por TSJ vasco y la posterior condena por el Supremo es la prueba del nueve de por qué Zapatero impulsa la desarticulación del Estado en todos sus poderes, empezando por el Judicial: cuando según el proyecto ZP el último órgano jurisdiccional sea el vasco, sometido a los poderes fácticos autóctonos como es obvio y la experiencia siciliana demuestra, la impunidad de los nacionalistas totalitarios será plena.

Eso es el triunfo de ETA, y por eso esta organización terrorista negocia con el presidente-charlatán de feria un armisticio, como si de una guerra entre dos bandos legítimos se tratara.

1 comentario

Rivas -

El texto de Barreiro (candidato a la sucesión de Fraga), que se publica hoy en La Voz de Galicia, es un ejemplo claro de los vicios que enjendra nustro sistema político. En el su autor defiende la necesidad de "exprimir el estatuto al máximo", eso si, dentro del marco constitucional. Un sistema abierto de transferencias de poder que crea la costumbre de la exigencia perpetua. Un sistema que consagra la compartimentación de unos poderes que manejan una cantidad ingente de recursos financieros y los cargos que generan. No me extraña que Barreiro y otros como el en el PPdG cmpartan la necesidad de más autogobierno. Años de un poder absoluto y oscuro, de tráfico de influencias y favores, de poder caciquil.. Hasta nuestros estadistas conservadores logran comprender que en los reinos de taifas se vive mejor. Para eso se crearon, ¿no?