BONO ANTE LA HISTORIA
En tiempos de la segunda república, desdichada y cainita etapa de la historia de España a la que ZP como mamporrero del imperio financiero-mediático de Polanco y algún vocero del nacional-catolicismo más rancio disfrazado de liberal nos quieren devolver, el PSOE se encontraba dividido de forma extrema. Frente al marxismo-leninismo totalitario de Largo Caballero se levantaba el socialismo democrático de Prieto y de Besteiro, el primero desde posiciones populistas y el segundo desde el sector intelectual.
Cuando en 1934, ante la ascensión del fascismo en Europa, Largo Caballero aprovechó el momento para organizar la revolución de Octubre en Asturias, Prieto cometió el error más importante y trágico de su vida, al unirse a la insurrección revolucionaria en lugar de permanecer al lado de Besteiro defendiendo el derecho democrático de la derecha a gobernar.
Acabada la guerra civil, Prieto reconoció por escrito y públicamente su inmenso error. En 1942, y sobre la Revolución de Octubre de 1934, dejó escrito: Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria... Colaboré en ese movimiento con el alma, acepté las misiones a que antes aludí y me encontré, ¡hora es ya de confesarlo!, violentamente ultrajado.
En la España de 2005 que se acerca hacia una nueva implosión similar a la de 1936, el nuevo Prieto del PSOE, José Bono, se enfrenta a un dilema similar: ante la deriva guerracivilista y anarco-cantonalista de Zapatero puede optar por seguirle al abismo anteponiendo su sectarismo de partido como hizo Prieto en 1934, o bien puede dar un paso al frente y anteponer la ética del socialismo democrático, como hizo Besteiro, para garantizar la libertad, igualdad y solidaridad de todos los ciudadanos españoles amenazada por el club de Perpiñán.
Si Bono no quiere llorar como Prieto después de otra tragedia nacional, debe enfrentarse a Zapatero y liderar una alternativa constitucional y democrática. No puede seguir ni un minuto más siendo ministro de un gobierno que conduce a la ciudadanía española al fin de la democracia basada en la constitución del 78.
José Bono se encuentra ante la Historia. Debe elegir entre las rentas de su populismo al calor del establo, o levantar la bandera de la ética al frío de la intemperie. De él depende que se le juzgue como un irresponsable sectario o como un estadista responsable.
Cuando en 1934, ante la ascensión del fascismo en Europa, Largo Caballero aprovechó el momento para organizar la revolución de Octubre en Asturias, Prieto cometió el error más importante y trágico de su vida, al unirse a la insurrección revolucionaria en lugar de permanecer al lado de Besteiro defendiendo el derecho democrático de la derecha a gobernar.
Acabada la guerra civil, Prieto reconoció por escrito y públicamente su inmenso error. En 1942, y sobre la Revolución de Octubre de 1934, dejó escrito: Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria... Colaboré en ese movimiento con el alma, acepté las misiones a que antes aludí y me encontré, ¡hora es ya de confesarlo!, violentamente ultrajado.
En la España de 2005 que se acerca hacia una nueva implosión similar a la de 1936, el nuevo Prieto del PSOE, José Bono, se enfrenta a un dilema similar: ante la deriva guerracivilista y anarco-cantonalista de Zapatero puede optar por seguirle al abismo anteponiendo su sectarismo de partido como hizo Prieto en 1934, o bien puede dar un paso al frente y anteponer la ética del socialismo democrático, como hizo Besteiro, para garantizar la libertad, igualdad y solidaridad de todos los ciudadanos españoles amenazada por el club de Perpiñán.
Si Bono no quiere llorar como Prieto después de otra tragedia nacional, debe enfrentarse a Zapatero y liderar una alternativa constitucional y democrática. No puede seguir ni un minuto más siendo ministro de un gobierno que conduce a la ciudadanía española al fin de la democracia basada en la constitución del 78.
José Bono se encuentra ante la Historia. Debe elegir entre las rentas de su populismo al calor del establo, o levantar la bandera de la ética al frío de la intemperie. De él depende que se le juzgue como un irresponsable sectario o como un estadista responsable.
2 comentarios
Alavés -
Un saludo al autor de este blog; Patxi Arroeta.
Alavés -
Cuando en un principio creí que era un error por su parte entrar en el gobierno de ministro de defensa, el tiempo parece quitarme la razón y apuntar en dirección contraria; se está caldeando el ambiente en favor de las tésis de Bono, y de una grandísima mayoría de españoles.
Puede que haya sido el mayor error de José Luis Rodríguez.