Ucrania, botín del imperialismo ruso
Va para dos semanas que los ciudadanos ucranios demócratas han salido a las calles de Kiev en medio de las nieves y las temperaturas bajo cero para protestar por el según todos los observadores internacionales- imponente pucherazo electoral que pretende arrebatar la victoria al liberal Yushenko, en favor del pro-ruso Yanukovich. Al fin hoy el Tribunal Supremo ha ordenado repetir la segunda vuelta de los comicios presidenciales.
La santa alianza de mafia y checa, como magistralmente es definida por Hermann Tertsch en su artículo De la Krajina a la Ucrania, no es más que la larga mano de la gran alianza rusa de mafia y checa que conduce Putin con mano de hierro. Ya dio el golpe en Bielorrusia no hace mucho tiempo, y se aseguró un gobierno dictatorial y pro-ruso. Y la demostración evidente de ello es que, cuando ya parecía que la anulación de las elecciones del 21-N era imparable, la nueva estrategia de los pro-rusos ha consistido en amenazar con la secesión de los territorios del Este.
Eterno retorno de lo idéntico: el nacionalismo pangermánico propugnó la secesión de Eslovenia y Croacia de Yugoslavia en 1991 en su indecente juego de ajedrez geoestratégico, y el nacionalismo panruso propugna la secesión del Este de Ucrania por las mismas razones. El feroz combate entre el lobo y el oso en los bosques y estepas de Europa es interminable.
¿Acaso alguien duda de que los secesionismos catalán y vasco no están impulsados por la larga mano del nacionalismo pangermánico?
La santa alianza de mafia y checa, como magistralmente es definida por Hermann Tertsch en su artículo De la Krajina a la Ucrania, no es más que la larga mano de la gran alianza rusa de mafia y checa que conduce Putin con mano de hierro. Ya dio el golpe en Bielorrusia no hace mucho tiempo, y se aseguró un gobierno dictatorial y pro-ruso. Y la demostración evidente de ello es que, cuando ya parecía que la anulación de las elecciones del 21-N era imparable, la nueva estrategia de los pro-rusos ha consistido en amenazar con la secesión de los territorios del Este.
Eterno retorno de lo idéntico: el nacionalismo pangermánico propugnó la secesión de Eslovenia y Croacia de Yugoslavia en 1991 en su indecente juego de ajedrez geoestratégico, y el nacionalismo panruso propugna la secesión del Este de Ucrania por las mismas razones. El feroz combate entre el lobo y el oso en los bosques y estepas de Europa es interminable.
¿Acaso alguien duda de que los secesionismos catalán y vasco no están impulsados por la larga mano del nacionalismo pangermánico?
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