El cáncer del islamismo en Europa
El cáncer islamista se extiende inexorablemente por nuestra somnolienta Europa. Hace años que no se trata de un tumor integrista por aquí, una hiperplasia fundamentalista por allá, sino de una invasión de células cancerígenas que mediante una gigantesca metástasis ha alcanzado multitud de órganos sociales de la vieja y tolerante Europa.
Los europeos hemos olvidado la mejor lección del paladín de la tolerancia en la Ilustración, Voltaire, cuando nos advertía de que la tolerancia, fruta dulce y exquisita, sólo podía florecer si se combatía su antónimo, la intolerancia, disfrazada con sus habituales ropajes de fanatismo, superstición y tiranía.
Nuestra sociedad posmoderna ha olvidado esta impagable lección de la Modernidad, y por culpa del pensamiento débil que se adorna con las galas flácidas del multiculturalismo, el pacifismo, el rehabilitacionismo y el relativismo, hemos dejado entrar en nuestra sociedad abierta el germen de la intolerancia, que en este nuevo siglo se llama islamismo.
El asesinato del cineasta holandés Theo Van Gogh, las amenazas de muerte a su amiga la diputada liberal holandesa Ayaan Iris Alí, que ha hecho de la emancipación de la mujer musulmana y la secularización su bandera política, han disparado las alarmas, al menos las de los pocos intelectuales europeos que nos vienen anunciando la próxima invasión de los nuevos bárbaros, los bárbaros del Oriente. Invasión que como la del Imperio Romano, se producirá más desde dentro que desde fuera.
Hermann Tertsch, en este brillante artículo nos advierte del negro futuro que nos aguarda, y Fernando Savater en La resistencia democrática pone el dedo en la llaga al plantear de una manera global la debida resistencia democrática a las embestidas de todos los etnicismos e integrismos.
Los europeos hemos olvidado la mejor lección del paladín de la tolerancia en la Ilustración, Voltaire, cuando nos advertía de que la tolerancia, fruta dulce y exquisita, sólo podía florecer si se combatía su antónimo, la intolerancia, disfrazada con sus habituales ropajes de fanatismo, superstición y tiranía.
Nuestra sociedad posmoderna ha olvidado esta impagable lección de la Modernidad, y por culpa del pensamiento débil que se adorna con las galas flácidas del multiculturalismo, el pacifismo, el rehabilitacionismo y el relativismo, hemos dejado entrar en nuestra sociedad abierta el germen de la intolerancia, que en este nuevo siglo se llama islamismo.
El asesinato del cineasta holandés Theo Van Gogh, las amenazas de muerte a su amiga la diputada liberal holandesa Ayaan Iris Alí, que ha hecho de la emancipación de la mujer musulmana y la secularización su bandera política, han disparado las alarmas, al menos las de los pocos intelectuales europeos que nos vienen anunciando la próxima invasión de los nuevos bárbaros, los bárbaros del Oriente. Invasión que como la del Imperio Romano, se producirá más desde dentro que desde fuera.
Hermann Tertsch, en este brillante artículo nos advierte del negro futuro que nos aguarda, y Fernando Savater en La resistencia democrática pone el dedo en la llaga al plantear de una manera global la debida resistencia democrática a las embestidas de todos los etnicismos e integrismos.
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